Los que trabajamos desde casa lo sabemos. Comer sano en casa se puede hacer muy complicado. Entre todas las tareas y reuniones, solemos ir muy apurados de tiempo.
A veces, incluso nos cuesta encontrar el tiempo para comer, ni que decir para cocinar.
Pero lo peor es que la nevera y la cocina parecen ser un imán extrapotente que te llama cada vez que te levantas para ir al baño, o por cualquier otro motivo.
Incluso la propia fuerza del imán te hace levantar de la silla y te arrastra a la caja del chocolate 😊
Total, que acabas comiendo primero unas galletas, luego un poco de chocolate… y así en un no parar constante de viajes de la mesa del despacho a la cocina.
Comer así desequilibra varias hormonas importantes y te hace entrar en una espiral de comer mal y sentirte culpable de la que cuesta salir si no sabes cómo hacerlo.
¿Qué podemos hacer para acabar con la ansiedad y conseguir que comer sano?
Lo primero, es saber comer sano, de verdad.
No como nos dice la obsoleta pirámide alimentaria sino comer de un modo que te sacie, te nutra y equilibre tus hormonas.
Comer de una manera que evite que estés muerto de hambre todo el día y con la ansiedad disparada.
¿Y cómo se consigue comer sano trabajando desde casa?
Lo primero, la base de nuestra alimentación tienen que ser las verduras y hortalizas. Al menos el 50%, de todos los colores en forma de cremas, ensaladas, al horno, salteadas, en tortilla, con queso o frutos secos…
Luego añadiremos una buena fuente de proteínas (sin miedo que no es verdad que suban el colesterol), legumbres…
No nos olvidaremos de las grasas sanas: aceite de oliva, frutos secos, semillas, aceitunas, aguacate…
Y limitaremos los alimentos ricos en hidratos de carbono como la patata, el arroz, la quinoa, la pasta o el pan integral a, cómo máximo el acompañamiento, un 25% del plato.
Las posibilidades son infinitas.
¡Ah! Y el desayuno tiene que tener la misma estructura.
Desayunar cereales por muy fit que sean, y un zumo de naranja, no te aporta casi nutrientes y hará que no pares de tener hambre en todo el día.
Organiza tus comidas
Otro punto muy importante es la organización. Establecer unos horarios en los que vamos a comer. Tener claro, que entre estos horarios no comemos nada más.
Nos hacemos un plan de comidas para la semana o bien la noche anterior pensamos y anotamos lo que vamos a desayunar, comer y cenar al día siguiente.
Luego, vamos a hackear nuestro ambiente para que nos impulse a comer sano en vez de hacer lo contrario.
Vamos a dejar de comprar productos ultraprocesados. Esos paquetes de colores con azúcar o edulcorantes, harinas refinadas, aceites vegetales o grasas de mala calidad, exceso de sal…
Estamos hablando de refrescos, zumos, galletas de cualquier tipo, snacks, patatas fritas, bollería, chocolate (excepto el de más del 70% de cacao), helados, salsas…
Todo esto, perjudica tu salud y no debe formar parte de tu alimentación habitual, lo dejaremos para consumo ocasional. Tu y yo sabemos que si están en casa, es imposible que sean de consumo ocasional
Son productos que están milimétricamente diseñados para que no podamos dejar de comerlos, por lo que tenerlos en casa es un grave error.
Que no estén ni en tu lista de la compra, ni en tu carro de la compra, ni en la despensa ni en la nevera.
Vale, ya hemos quitado lo que no queremos tener a la vista.
Ahora ponte a la vista fruta fresca y frutos secos en botes de vidrio. Si necesitas hacer algún snack a media mañana o media tarde, ya lo tienes.
Comida y emociones
Finalmente, es muy habitual que tengamos una mala relación con la comida. Lo tenemos muy normalizado socialmente, por lo que muchas veces ni siquiera nos damos cuenta.
Si utilizas la comida para tapar tus emociones cuando estás nerviosa, triste, emocionada… Si utilizas la comida como premio o es tu fuente principal de felicidad, si sientes que la comida te controla, es momento de ponerte manos a la obra para cambiarlo.
Si quieres mi ayuda para hacerlo, puedes descargarte este video dónde te hablo de cómo conseguir equilibrar las hormonas que hacen que no puedas parar de comer.
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